Un paseo por La Puebla de Cazalla supone el recuerdo más vivo del torero. Multitud de bares y sitios recuerdan a un torero que aportó su grano de arena al progreso de esta preciosa población. La huella de Antonio Fuentes se encuentra en avenidas, calles, inmueble... Aquí, instaló dos bodegas, una fábrica de aceite, una de anisado, otra de orujo y compró varias parcelas. En la Puebla de Cazalla disfrutó de una retirada de lujo. Todo ello desmiente esa imagen de torero arruinado que ha llegado erróneamente a nuestros días. Hoy en día, la famosa Bodega de Antonio Fuentes, situada en la confluencia de las avenidas de Antonio Fuentes y José María Moreno Galván, es un edificio que ha sido remodelado para su uso como centro ocupacional y salón de actos, y en cuya fachada se puede leer unos versos del poema que dedicara Gerardo Diego al torero.

Bodega de planta rectangular estructurada en dos partes; una primera con las dependencias donde se elaboraban los caldos y que se distribuyen en torno a un patio interior (centro cultural); y una segunda parte donde se ubicaba la nave de almacenaje de los toneles y cubas (privado).

Fachada: totalmente encalada distribuida en tres partes. Hacia la Avd. Antonio Fuentes aparece la de mayor longitud con un claro predominio del muro sobre el hueco, apareciendo dos pequeñas ventanas de ventilación que corresponde al Centro Cultural y el resto de la fachada hasta el Hogar del jubilado se encuentra mucho más alterada por la existencia de comercios privados. Un segundo cuerpo de fachada similar al anterior pero de menor longitud aparece hacia la Avd. J. María Moreno Galván. Y hacia la rotonda donde se enlazan estas avenidas, aparece la portada de la bodega. La portada se presenta con un acceso con arco rebajado y flanqueado por ventanas rectangulares entre pilastras que se prolongan hasta el pretil regionalista, en el cual observamos detalles decorativos en ladrillo visto y jarrones cerámicos a modo de remate.

Estructura: Muros de carga sobre los que descasa la cubierta con estructura de madera.

Materiales: Muros de fábrica de ladrillo, rejas metálicos y carpintería de madera.

Cubierta: Cubierta inclinada de teja árabe a dos aguas.

Gran valor etnográfico el de este edificio no sólo por ser una antigua bodega, sino por ser un símbolo referente de unos de los personajes más reconocidos del municipio. También muestra una arquitectura destacable.

 

 

 

 

 

 

 

En esta sección podrás encontrar todo lo relacionado con Los Edificios Religiosos, como el Convento de San Francisco, la Parroquia de Ntra. Sra. de las Virtudes o la Ermita de San José, refugio de pesadumbres, obras de arte y tradiciones que dan consuelo al espíritu que lo busca.

La Hacienda está situada a las afueras de La Puebla de Cazalla, a medio kilómetro por la carretera (SE-457). Se accede a ella por una antigua vereda real que llamaban “Vereda de la Plata”. Data de mediados del siglo XIX, de 1858, estando destinada a actividades de tipo agrícola y ganadera, de ella se conserva todavía en perfecto estado su almazara así como el resto del conjunto.

Los muros del edificio están construidos casi en su totalidad en tapial junto con ladrillos bastos que embellecen la pobreza de éste. Las zonas de cantería son muy escasas, quedando éstas restringidas a algunas zonas nobles como son los canes que, con motivos florales, decoran el balcón principal de la fachada.

El conjunto del edificio se cubre con un artesonado de vigas y alfajías cubiertas con tejas árabes, menos en la zona noble donde el entramado de vigas se encuentra tras un falso techo de escayola (o yeso) y está cubierto por tejas planas de tipo industrial.

En cuanto a la planta de la hacienda debemos decir que es rectangular constando de dos zonas, la parte noble, donde vivían los antiguos propietarios; y la zona de labor, el molino, donde se encuentra la almazara. Entre ambas y en el interior, un gran patio empedrado con cantos rodados centra el edificio y separa las dos zonas. A ambos lados de éste se encuentran diversas dependencias con arquerías y tejados a un agua que vierten al patio.

En la fachada, de estilo neoclásico, destaca la gran puerta principal de arco rebajado cobijado por grandes molduras sobre la que se encuentra el balcón con baranda de forja artística junto con diversos ventanales de rejas embutidas. En esta zona se ubicaban las amplias y lujosas dependencias del dueño donde hay restos de la antigua azulejería de tradición mudéjar de la que tanto uso se ha hecho en este tipo de edificios.

Lo más llamativo de todo el conjunto puede ser, quizás, la antigua almazara. La estructura del molino recuerda a una catedral gótica puesto que tienen unos enormes arcos ojivales de gran altura dispuestos en el alzado, datando éstos del mismo siglo XIX. En un principio la plementería a base de ladrillos bastos estaba enfoscada por lo que su apariencia era bien distinta. Los diversos trabajos que en este lugar se han realizado, han dejado al descubierto la estructura originaria que nos hace recordar las antiguas cubiertas mudéjares.

Otros elementos a destacar del edificio con motivos arabescos y que continúan la tradición mudéjar pueden ser la cerrajería, cuya ornamentación sigue los caracteres árabes, y las puertas, hoy restauradas, a base de motivos estrellados.

Frente a la Hacienda se sitúa un pequeño parque, del que se conserva una fuente y un abrevadero de origen árabe y a la que se accede por el Paseo de la Fuenlonguilla. La Fuente de la Plata fue construida en 1816. al estar situada en un cruce de caminos se formó un lugar de encuentro y descanso de ganado proveniente de diversos puntos de Andalucía. Ésta ha sido a lo largo de la historia de La Puebla de Cazalla la fuente más concurrida por ser la más cercana.

La fuente y antiguo abrevadero de la "foronguilla" también llamada "Fuente de la Plata" se encuentra localizado frente a la fachada principal de la Hacienda Ntra. Sra. Del Carmen y linda con la vereda de Francisco Torres. Se encuentra inventariada en el registro de fuentes singulares de la Consejería de Cultura escribiéndose como un conjunto de dos piezas pilar y depósito con su caja de agua) de fábrica de ladrillo y sillares de piedra, apuntándose la posibilidad, según los estudios realizados por la Escuela Taller "La Fuenlonguilla", de que la caja pudiera ser islámica (S.XII) y el resto del S.XVII. Su construcción es sencilla  y sobria, compuesto por un frontal en forma de medio punto a base de rosca de ladrillos bastos. El remate de éste es del siglo XVIII.

En la década de los noventa se inició la recuperación del conjunto que se ha visto enriquecido no sólo con la rehabilitación del pilar , la fuente o el "pozo lirón" sino con nuevos elementos que ordenan el paisaje así como el empedrado original y la plantación de especies como fresnos, álamos, olmos, romero etc.

Representa sin duda un lugar privilegiado, antaño apreciado por la calidad de sus aguas y de un enorme recogimiento.

Desde 1990 el conjunto de La Fuenlonguilla está siendo restaurado por las distintas escuelas talleren sus tres fases, hallándose actualmente en la última y recuperándose de ésta forma uno de los elementos patrimoniales más característicos e importantes de nuestra localidad.

Desde 1991 viene celebrándose la Reunión de Cante Jondo en su amplio patio central dotándolo de un encanto especial, distinto y peculiar.

 

Visitas guiadas: Museo del Aceite, Museo Arqueológico y Exposición de Cartelería flamenca.

Teléfono de interés.: 955 291 013

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Al Castillo de La Puebla de Cazalla se le conoce con el nombre de CASTILLO DE LUNA, aunque éste ha variado a lo largo de su historia. En la época romana se le conocía como CASTEL - LO y ALCAZABA  bajo el dominio musulmán. De esta denominación (ALCAZABA), pasó a llamarse Cazaba, por deformación de la palabra, tras la reconquista de la zona; Cazaba de la Frontera durante los s. XIII – XIV;  por evolución, a Cazalla, nombre que a su vez ostenta el municipio que creció en sus inmediaciones y hoy conocemos como LA PUEBLA DE CAZALLA.

En torno al CERRO DEL MORO, y la LOMA DEL CASTILLO se condesa la mayor parte de la historia morisca.

Su situación privilegiada, dominando los amplios territorios del Norte que van perfilando la Campiña, propició asentamientos en épocas muy tempranas. De tiempos prehistóricos se han recogido puntas de flechas en toda esta zona, próxima al río Corbones.

A partir del estudio del material arqueológico que ha facilitado el entorno, podremos en parte, reconstruir la historia más remota del Castillo.

El Castillo comenzó siendo un baluarte defensivo de los IBERO - TURDETANOS, allá por el s. V a. C.,  pasando a ser con los CARTIGINESES, 200 años más tarde, una torre de vigilancia (conocida por los historiadores como “TURRIS ANNIBALIS”, es decir, una torre de Aníbal).

Los cartagineses, para controlar la zona levantaron un rosario de fortalezas, no de gran tamaño, pero diseminadas estratégicamente por toda Andalucía, con el fin de proteger la actividad comercial y como refugio ante situaciones de peligro.

La aparición de acuñaciones cartaginesas en el propio recinto fortificado y sus inmediaciones, vendría a corroborar lo que decimos, que los púnicos pudieron convertir el solar en que hoy se asienta el Castillo en una de sus TURRIS ANNIBALIS.

Más tarde, los ROMANOS ampliaron el recinto, teniendo gran protagonismo en el s. V defendiendo el territorio ante las incursiones BÁRBARAS.

La ocupación de aquel “CASTEL - LO” romano como baluarte defensivo pasó más tarde a los MUSULMANES, como ALCAZABA, (nombre con el que éstos denominaban a sus castillos). Éstos ampliaron la construcción proveyéndola de una segunda línea defensiva, conocida como BARBACANA, también realizaron algunas reformas en el interior de la fortificación llevadas a cabo entre los s. XI - XII.

La importancia de los musulmanes en este periodo se pone de manifiesto por el material cerámico y monetario encontrado en el Castillo.

En el s. XIII, FERNANDO III EL SANTO reconquista el lugar, lo que va a suponer un hito importante en la historia de La Puebla de Cazalla, pues la zona pasa a formar parte de la llamada BANDA MORISCA. Desde este momento, el Castillo pasa a ser punto de defensa y vigía de las incursiones musulmanas procedentes de la serranía de Ronda. El término municipal de La Puebla será durante dos siglos el escudo del territorio cristiano. Un poco más al Sur, en plena sierra, el dominio es musulmán. Y esta situación persistirá hasta poco antes de la capitulación de la capital del reino Nazarí, de Granada, en 1492.

A partir de este momento se conoce el Castillo como CAZABA DE LA FRONTERA, con gran importancia estratégico-defensiva desde  mediados del s. XIII hasta finales del s. XIV.

El Castillo pasó a ser posesión de distintas personas hasta que ALFONSO X lo cedió a LA ORDEN MILITAR DE CALATRAVA. Siendo encomienda de dicha orden, se llevaron a cabo varias reformas, la más significativa fue la practicada a una de sus naves inferiores, a la que se dotó de bóveda ojival. Posiblemente fuera destinada a capilla donde se veneró a la Virgen de las Virtudes, hoy patrona del municipio y titular de la parroquia que lleva su nombre. Las caballeros-calatravos eran monjes guerreros y se les consideraba caballeros virtuosos, de ahí que encomendaran su protección a la Virgen de las Virtudes. Esta orden será la encargada de defender la plaza, posición estratégica dentro de la ya mencionada Banda Morisca.

En poder de esta orden estuvo hasta que el ambicioso Don Pedro Téllez Girón, entonces maestre calatravo, consiguió del débil rey Enrique IV que pasara a formar parte de su patrimonio personal.

Poco tiempo tardó Don Pedro Téllez Girón en dar los pasos necesarios para repoblar la zona, que se encontraba despoblada y los campos yermos desde hacía dos siglos como consecuencia de la expulsión de los musulmanes en 1264. Y al amparo del castillo se dictó la Carta - Puebla que estableció las bases para el asentamiento del pueblo actual, documento cuyo nombre viene a completar el topómino: La Puebla de Cazalla.

 

 

 

Es a principios del siglo XVIII, cuando se edifica la ermita en su actual emplazamiento. Se desconoce la autoría de esta ermita, aunque se cree que fuera obra de alarifes locales. A mediados del mismo siglo, su patrimonio se vio incrementado con la incorporación de imágenes, retablos y ornamentos procedentes de la derruida ermita de Santa Ana (1745).

En el s. XIX apenas sabemos nada de ella hasta el año 1849, fecha que consta en un inventario que recoge todo cuanto se hallaba en su interior. Además de los ornamentos sagrados, contenía cinco altares dedicados a San José, Santa Ana, Nuestra Señora de la Consolación, Virgen del Pilar y Santísimo Cristo del Amor, con sus respectivas imágenes; dos faroles de San José, dos bancas viejas y un cuadro de la Virgen del Carmen.

Actualmente se conserva todo lo anteriormente mencionado, a excepción del cuadro de la Virgen del Carmen y la imagen de la Virgen del Pilar que desaparecieron. Santa Ana, la Virgen Niña y San Joaquín fueron trasladados a la parroquia en el siglo XX y la imagen de San José es actual.

En varias ocasiones, durante el siglo XIX, la ermita realizó las funciones de Parroquia cuando, al mismo tiempo, se realizaban obras en la Iglesia de Nuestra Señora de las Virtudes y en el Convento de Nuestra Señora de la Candelaria.

A mediados del siglo XIX y ante el estado de deterioro que presentaba el inmueble, Doña Valentina Cañete, mujer de familia acaudalada y muy devota de San José, donó una buena parte de sus bienes fueran destinados para reconstruir el templo y adquirir los ornamentos necesarios para el culto. La ermita, una vez remodelada, fue bendecida el 18 de enero de 1863. A finales de siglo, concretamente en 1894, el alcalde decide invertir unos 4.000 reales de los fondos pertenecientes al municipio en adecuar la ermita y la casa hospital contigua para el uso de las hermanas franciscanas del Rebaño de María, dedicándose éstas principalmente a la asistencia de enfermos y a la enseñanza.

Hay que destacar, en la capilla mayor, la imagen de candelero de la Virgen de la Consolación de la segunda mitad del siglo XVIII y frente a ella se encuentra la imagen de San Francisco de Paula, del siglo XIX.

De entre las muchas imágenes que alberga la ermita, únicamente tiene valor artístico un pequeño crucificado del siglo XVII (Cristo del Amor), realizado en madera policromada y que se halla frente a la puerta de entrada del edificio. El resto de imágenes son esculturas de escayola sin ningún valor: No debemos olvidar los azulejos de estilo árabe del s. XVIII colocados en el suelo del presbiterio a modo de cenefa, por los que el tiempo también ha dejado su huella. Encontramos también tres lienzos que representan pinturas de tipo popular en honor al Crucificado, la Inmaculada y San Roque, localizados actualmente en la habitación que hace las funciones de Sacristía debido a su mal estado de conservación.

En el siglo XIX existieron varias ermitas y en La Puebla de Cazalla, tanto en el casco urbano como en los campos pertenecientes a su término. Normalmente las ermitas eran construidas en las inmediaciones de los caminos que daban acceso a las poblaciones. Éstas subsistían gracias a las limosnas que aportaban los fieles y devotos de los santos a quienes estaban dedicadas. Una gran parte de las ermitas fueron construidas por Hermandades para dar culto a sus imágenes titulares y, por lo general, se erigía a su lado un hospital.

Existe todavía una gran confusión, no sólo sobre el número de ermitas construidas en La Puebla de Cazalla desde su fundación, sino también sobre su exacta localización. Así, tenemos constancia de que existieron las ermitas de San Sebastián, Santa Ana y Nuestra Señora de la Concepción, aunque por desgracia, todas ellas desaparecidas.

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